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Hace 18 años, el 10 de febrero de 1997 el joven insumiso Unai Salanueva falleció. Como miles de jóvenes vascos, adoptó una actitud desobediente ante el ejército español y se convirtió en insumiso al servicio militar. El estado castigaba duramente esta actitud: persecución policial, órdenes de detención, juicios y condenas de cárcel. En la calle también el movimiento a favor de la insumisión sufría la persecución policial y mediática, golpeando e intentando criminalizar el movimiento insumiso.

Según recordaron ayer en Txantrea, "Unai tuvo que padecer todo esto y después de ser detenido y juzgado fue encarcelado". Tras permanecer una temporada en prisión le aplicaron el tercer grado, teniendo que volver cada noche a prisión. "El día 10 de febrero del 1997 salió de la cárcel a la tarde. Tenía que volver a la noche, pero prefirió no volver", y se suicidó.

En el acto de homenaje y recuerdo se quiso subrayar el compromiso de Unai y su actitud desobediente que junto a cientos de jóvenes consiguió acabar con el servicio militar. También se hizo hincapié en las causas que provocaron esta desgracia. “Fue la política represiva y carcelaria del estado y sus defensores autonómicos la que empujo a Unai”, sentenciaron. Por último, recordaron que a Unai se le debe "reconocimiento" y que “su compromiso es un ejemplo a seguir de cómo hay que luchar ante las injusticias y no debe caer en el olvido”.