Stop a la exclusión en Iruñea
2014-ko martxoak 20
La exclusión de EH Bildu, a través del grupo municipal de Bildu, en el lanzamiento del txupinazo de los Sanfermines 2014 es un ejemplo más de la estrategia y las formas cortijeras y sectarias de UPN. No es el único ejemplo, ni, desde luego, el más importante, pero quizás si, el más claro.
UPN sigue empeñada en una política que margina a gran parte de la ciudad. No es una estrategia para apartar de la vida social y política a una coalición como EH Bildu. No se trata de imposibilitar la participación legítima de quienes votaron a las fuerzas que hoy día conforman EH Bildu. La política de Apartheid que lleva a cabo UPN, con la ayuda de PP y de PSN en diferentes ocasiones, está dirigida a un sector de la sociedad de Iruñea más amplio que los votantes de EH Bildu, si bien, en el ayuntamiento el punto de mira está permanentemente situado encima de los y las representantes de la coalición soberanista.
UPN está anclada en parámetros afortunadamente superados por la mayoría social de este país y aparece obsesionada en continuar con las políticas que intentaron anular, por activa y por pasiva, siguiendo el modelo de la Sudáfrica racista y xenófoba, a un sector político comprometido con la resolución del propio conflicto que vivimos en Euskal Herria. Esas políticas excluyentes no sirvieron en Sudáfrica más que para alimentar día a día las ansias de libertad de todo un pueblo. Esa políticas de Apartheid no sirvieron más que para fortalecer al sector independentista y soberanista en este país. Esas mismas políticas son las que están logrando una cada vez mayor identificación con las propuestas encaminadas a conseguir hacer real una Alternativa Ciudadana que de lugar al cambio político y social en nuestra ciudad. Y si no, tiempo al tiempo.
UPN lleva años poniendo en marcha una estrategia cuya consecuencia más clara es la realidad palmaria de una ciudadanía de primera y otra de segunda, todo ordenado desde el propio ayuntamiento convertido en cortijo y chiringuito.
UPN lleva años poniendo en marcha una estrategia cuya consecuencia más clara es la realidad palmaria de una ciudadanía de primera y otra de segunda, todo ordenado desde el propio ayuntamiento convertido en cortijo y chiringuito. Partiendo de la base de que no todo es blanco o negro y de que hay una gama muy amplia de grises, y desde el convencimiento de que lo que esta ciudad tiene es toda la gama del arcoiris, con mayor o menor intensidad, la ciudadanía de primera es la del Diario de Navarra, la del Opus, esa que sale en procesión el día del Corpus y se sigue pintando la cara de negro con betún en la cabalgata de Reyes. La ciudadanía de segunda es la que ve el derecho de ser euskaldun en su propia ciudad ninguneado sistemáticamente, la que asiste a la persecución obsesiva de los colectivos de la ciudad, esa a la que le censuran la organización de sus propias fiestas, la misma que tiene que pedir permiso para poder utilizar la calle como si fuese el coto privado de UPN. Es esa ciudadanía a la que pretenden imponer una historia mientras le prohiben investigar y debatir la suya propia, una ciudadanía a la que le cierran poco a poco el comercio de barrio y cercano, esa a la que pretenden hacer vivir en la desinformación y la manipulación que UPN y el Régimen llevan a cabo regularmente. Una ciudadanía que no puede llevar a sus hijos e hijas desde los 0 años a Escuelas en euskera, la que es continuamente sospechosa para esa Policía Pretoriana a la que UPN ha convertido a la Policía Municipal con un militar intransigente al frente.
Y no solo somos las vecinas y vecinos de Iruñea los excluidos, porque en el Ayuntamiento las cosas no están mucho mejor. Todos los grupos de la oposición, salvo PP y PSN en ocasiones, sufren el desprecio contínuo de UPN, desprecio que se traduce en falta de información, malos modos y cualquier cosa que pueda obstaculizar el trabajo que los grupos municipales tienen que desarrollar en el ayuntamiento. Esta actitud se agudiza con los grupos de EH Bildu, en especial con el grupo municipal de Bildu. Hoy es el día en que la mayoría de las veces UPN ignora a este grupo para contestar siquiera a las peticiones de información, y cuando lo hace es tras agotar el tiempo legal para hacerlo. La actitud pública y privada de UPN, de todos y cada uno de sus concejales, especialmente de Elizale, Alonso, Maya, Polo o Prieto, es de una falta de respeto y de desprecio propio del caciquismo, algo que es extensible a la ciudadanía a la que EH Bildu representa. A día de hoy el grupo municipal de Bildu está excluído de los organismos municipales en los que UPN ha podido marginarlos, ya que en otros por ley tienen que estar representados. La actitud prepotente y caciquil llega a tal extremo que se ha llegado incluso a no extender la invitación de un organismo externo al conjunto del ayuntamiento para participar en un acto oficial, léase la invitación que anualmente realiza el Ayuntamiento de Baiona al Ayuntamiento de Iruñea para participar en un acto institucional en las Fiestas de la capital labortana. Por eso cuando se dice que UPN ha convertido al ayuntamiento iruindarra en su cortijo, en su corrala, no es una figura retórica o literaria. Es la triste realidad que Iruñea vive en estos momentos.
Por lo tanto, la exclusión de EH Bildu en el lanzamiento del txupinazo es otro ejemplo más, un ejemplo, eso sí, con mucho significado. Este acto ha sufrido, como ninguno, los efectos del expolio ideológico y material del Régimen actual, heredero del franquismo vencedor a base de cavar cunetas por toda Navarra. El lanzamiento de cohetes para anunciar el comienzo de las fiestas es algo que se realiza desde finales del siglo XIX y más regularmente desde 1931, año en que un trabajador municipal llamado Etxepare empezó a lanzarlo. Este acto, que entonces se realizaba en la Plaza del Castillo, se interrumpió a partir del año 36, con el golpe militar fascista. Es en ese año 1936 cuando Etxepare, republicano e iruindarra de pro, fue fusilado, como tantos otros, en el comienzo de la barbarie. Esa fue, desgraciadamente, la primera exclusión del txupinazo en esta ciudad. Pero esta historia, dramática como muchas otras que se han vivido aquí, no se encuentra en la historiografía oficial porque el Régimen se encargó de esconderla totalmente. En la mayoría de libros y páginas Web leeremos que los “creadores” del txupinazo fueron Ilundain y Pérez Salazar, a la sazón, miembros del franquismo en la ciudad, vencedores a base de cunetas y terror. Es entonces cuando se decidió trasladar el acto al balcón del Ayuntamiento.
El txupinazo debe volver a tener un concepto más popular que el que ahora mismo tiene y esto lo tienen que acordar todos los grupos presentes en el Ayuntamiento, o por lo menos, los grupos que apuestan por un cambio en las formas y en el contenido que dé lugar a un nuevo modelo de ciudad.
El txupinazo debe volver a tener un concepto más popular que el que ahora mismo tiene y esto lo tienen que acordar todos los grupos presentes en el Ayuntamiento, o por lo menos, los grupos que apuestan por un cambio en las formas y en el contenido que dé lugar a un nuevo modelo de ciudad. Esa es el quid de la cuestión. Y para ello hay muchas fórmulas. Simplemente con acordar un Reglamento que trate sobre la representación oficial del Ayuntamiento, los honores y reconocimientos o el propio protocolo a seguir en diferentes momentos, quedaría todos resuelto. En estos momentos el problema reside en la voluntad de quien gobierna para decidir este tipo de cosas, y la voluntad de UPN la conocemos y la sufrimos constantemente.
Hay que poner fin a la exclusión en Iruñea.