Recuerdan la muerte bajo custodia policial de Elhadji Ndiaye exigiendo verdad, justicia y reparación
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“La muerte de Elhadji Ndiaye permanece grabada en nuestra memoria colectiva”, recordaron ayer en Arrotxapea en el mismo lugar donde en 2016 fue arrestado violentamente por agentes de la Policía española.
Para las organizaciones antirracistas, se trata uno de los casos “más dolorosos de las consecuencias del racismo institucional”, y por ello cada 25 de octubre recuerdan “su muerte violenta bajo custodia policial” y “la ausencia de verdad, justicia y reparación”.
“Su muerte no fue un hecho aislado, sino parte de una larga cadena de violencias ejercidas por el Estado contra cuerpos racializados, tanto dentro como fuera de unas fronteras que no dejan de multiplicarse”, dijeron ayer durante el acto en el que se realizó una ofrenda floral en la misma acera donde los agentes le inmovilizaron de forma violenta.
Las preguntas que hace 9 años lanzaron las organizaciones antirracistas se volvieron a escuchar ayer: “¿Por qué le pararon? ¿Por qué no le trasladaron a un hospital? ¿Por qué murió en el suelo de una comisaría menos de una hora después de ser detenido? ¿Cómo fue posible que se intentara legitimar tal nivel de violencia a plena luz del día y en una calle transitada?”
Las imágenes de la detención y de su muerte en comisaría fueron publicadas en un reportaje especial que Ahotsa.info y SOS Racismo Nafarroa publicaron meses después de la muerte de Ndiaye. Pero ese tipo de imágenes, de identificaciones arbitrarias y violentas detenciones, son habituales en nuestras calles, según denuncian las organizaciones antirracistas, y responden a un mismo patrón. “Cada vez que se denuncia una parada policial racista, una identificación arbitraria o una detención violenta, emerge el mismo patrón de discriminación que sostiene la violencia estructural. Esa violencia no es un error del sistema, es el sistema mismo: una maquinaria de control, vigilancia, criminalización y castigo sobre las vidas de quienes no son consideradas sujetos plenos de derechos. Un engranaje que decide qué vidas son protegidas y cuáles pueden ser descartadas”.
Un panorama que en 9 años “apenas ha cambiado” porque la violencia policial racista “sigue operando” y además ahora está normalizada. “Las identificaciones por perfil étnico, las redadas selectivas y las intervenciones desproporcionadas contra personas migradas y racializadas se han instalado en nuestras calles como prácticas cotidianas, legitimadas por discursos que niegan el racismo mientras lo perpetúan”.
Por ello, el movimiento antirracista llama a organizarse y enfrentar esta violencia racista. “Sabemos que el racismo institucional no se combate solo con denuncias, sino también con organización, con conciencia y con acción colectiva”.
