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El acto sirvió para poner en valor el trabajo y los valores antirracistas en un contexto en el que las políticas migratorias y las leyes de extranjeria “despojan” a las migrantes “de su humanidad y sus derechos quedan en suspenso”. Por ello reclmaron un actitud activa “para acabar con el racismo” y desmontar “este sistema de privilegios que sigue categorizándonos por nuestro origen, racialización, género y condición”.

“A nivel global, el racismo se sigue materializando en políticas como las migratorias y en leyes como la de Extranjería que se basan en la creación de espacios fronterizos que van más allá de las fronteras geográficas, donde las personas son despojadas de su humanidad y sus derechos quedan en suspenso. Una Necropolítica que como señalaba el creador del concepto, Achille Mbembe exige repensarse, reconocerse y desconocerse, para construir una memoria “desde abajo” sanadora y desvictimizadora, capaz de proyectar un futuro común”.

Racismo, día a día, en lo cotidiano

Las expresiones del racismo, presentes y arraigadas en nuestra sociedad, se traducen en discriminación en el acceso a la educación, la sanidad, el empleo, la vivienda o la protección social.  Racismo que también se traduce en controles policiales, citas trampa ante la Brigada de Extranjería y la colaboración policial para facilitar la expulsión de las personas en situación irregular.

El aumento del discurso de odio por parte de representantes públicos y en medios de comunicación que vinculan el origen y la racialización de las personas con la inseguridad fue otro de los aspectos a denunciar en el acto del sábado, en el que se volvió a solicitar la derogación de la Ley de Extranjería y la Ley Mordaza, el cierre definitivo de los Centros de Internamiento y retención y una revisión “de todas las normativas que discriminan de manera directa o indirecta, así como un compromiso claro por parte de las Instituciones para reconocer, prevenir, detectar y reparar el racismo”.