La asociación vecinal Convivir en lo Viejo/Alde Zaharrean Bizi alerta sobre un cambio normativo que permitiría la libre instalación de discotecas
La asociación vecinal Convivir en lo Viejo/Alde Zaharrean Bizi mantuvo el pasado 16 de diciembre de 2019 una reunión con Javier Remírez Apesteguía, Vicepresidente primero y consejero de Presidencia, Igualdad, Función Pública e Interior del Gobierno de Navarra y con la Directora general de Interior, Amparo López Antelo.
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En dicha reunión se trató acerca de la petición y sus consecuencias de varios empresarios de los denominados Cafés-Espectáculo de modificar el art. 2 del Decreto Foral 201/2002, con el fin de retrasar el horario de cierre de sus establecimientos equiparándolo al de Discotecas y Salas de Fiesta, así como de su pretensión de eliminar la limitación sonora a la que, según señala el art. 8 del Decreto Foral 202/2002, se deben someter estos establecimientos.
A este respecto, desde Convivir en lo Viejo/Alde Zaharrean Bizi queremos recordar que, según la normativa vigente, la actividad de Discotecas y Salas de Fiesta solo es autorizable cuando su implantación se proyecte en edificios que tengan estructura independiente respecto a los usos de vivienda. Una modificación del horario de cierre de los establecimientos denominados Cafés-Espectáculo como el señalado anteriormente implicaría de facto convertir estos locales en discotecas, por lo que, en base a las licencias vigentes, calles de la capital navarra como Iturrama, Tafalla, Monasterio de Aberin, San Roque, Monasterio de Irache, Monasterio de Usun o Mercado, pasarían a alojar este tipo de establecimientos, la gran mayoría situados en edificios de viviendas. Adicionalmente, la Orden Foral 15/2004 permite la redefinición de los bares y cafeterías existentes en Cafés-Espectáculo una vez satisfechos unos requisitos ciertamente mínimos, por lo que, de concretarse el cambio normativo solicitado por los empresarios, prácticamente cualquier calle podría acoger locales equiparables a discotecas sin ninguna restricción, lo cual podría tener consecuencias para la convivencia en nuestros barrios muy difíciles de prever.
Aunque el cambio normativo tendría unas implicaciones que exceden ampliamente el ámbito del Casco Viejo, relativo a la problemática específica de nuestro barrio, un cambio de estas características tendría un enorme efecto amplificador sobre actividades ligadas al ocio nocturno en calles ya muy saturadas, y un obvio impacto negativo sobre el legítimo derecho al descanso de los vecinos y vecinas, y en definitiva, sobre la función residencial del barrio que aparentemente se pretende salvaguardar. Recordemos que, con buen criterio, las discotecas son un uso prohibido en nuestro barrio desde hace muchísimos años y el cambio normativo implicaría la instalación de prácticamente la mayor discoteca de Pamplona en el corazón de nuestro barrio.
Recordemos asimismo que los Cafés-Espectáculo son un uso prohibido en nuestro barrio y solo a través de un ejercicio de ingeniería normativa se pudo instalar el Zentral, por cierto en suelo municipal, tras modificaciones del Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI) del Casco Antiguo y del Plan Municipal de Pamplona (BON, 24 de mayo de 2012), además de reducir el grado de catalogación del edificio del Mercado de Santo Domingo (de grado 2 a grado 3, BON 25 de noviembre de 2013). Creemos que, dados estos antecedentes, la actual iniciativa de intentar convertir este local en una discoteca excede cualquier pretensión razonable.
A nuestro barrio le sobran plazas turísticas y locales de hostelería de grupos inversores. No necesitamos que nos dinamicen a través de una mega-discoteca o de un mega-hostel. A nuestro barrio le faltan espacios de ocio para sus menores y jóvenes, comercios de proximidad, zonas verdes liberadas de bares, un centro de día, un polideportivo, horarios más amplios para su biblioteca y mejores condiciones de vida para nuestros mayores, algunos de los cuales afectados por la soledad y la pobreza energética. A nuestro barrio le sobra ruido y le faltan familias y una vecindad que no sienta que vive en un barrio maltratado por la especulación hostelera y sus consecuencias.