Es imprescindible poner límite a la pobreza

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Para comenzar esta reflexión sobre la Pobreza debemos remarcar que es intrínseca al sistema que padecemos. Mediante la dualización de la sociedad, el Capitalismo produce, por un lado, una acumulación de capital y, por otro, la expansión de la pobreza. La Pobreza es la otra cara de la Riqueza: en 1960 el 20%  más rico del mundo  ganaba 30 veces más que el 20% más pobre, en 1990 ganaba 60 veces más, en el año 2000 ganaba 82% veces más y en la actualidad el 10% más rico controla el 83% de la riqueza (el 1% controla el 46%), mientras que el 50% de la población mundial controla el 2% de la riqueza. El Capitalismo crea pobreza y esta se está extendiendo por amplias zonas del mundo. Su objetivo principal es conseguir el mayor beneficio posible. Para conseguir este fin el Capitalismo debe conseguir el máximo rendimiento de su mano de obra (pagando menos) y de las materias primas (explotando los recursos de otros pueblos),  así como explotando salvajemente la naturaleza.

Este proceso también tiene su reflejo en Euskal Herria, pero no se puede hacer una contabilidad completa de este fenómeno ya que no poseemos los instrumentos capaces de aglutinar en una globalidad los distintos parámetros estadísticos que se aplican en nuestro pueblo.

A pesar de estas deficiencias es notorio que cada vez más sectores de nuestro pueblo y cada vez en más ámbitos de la vida estamos sufriendo el aumento de la pobreza.  Ha fallado la idea de que estar en el mercado de trabajo era el medio de evitar la pobreza, la marginación social o las escaseces materiales. En la actualidad tener trabajo no protege de las situaciones de pobreza ( el SMI está por debajo del umbral de la pobreza). Y si hay trabajadores y trabajadoras pobres, qué podemos decir de aquellas personas que están fuera del mercado de trabajo (hay más de 234.000 personas en el paro y la mitad de ellas no cobran nada, el número de personas que reciben prestaciones sociales se ha triplicado desde el 2008, el 58% de las pensiones son inferiores a 700€ y las de las mujeres son un 40% inferior a la de los hombres…). Por otro lado, cada día son más caras la factura del agua, del gas, de los transportes (la factura de la electricidad ha subido un 60% si la comparamos con la del año 2007), un tercio de los jóvenes no pueden independizarse, las mujeres cobramos un 27% menos que los hombres, desde que comenzó la crisis 50.000 personas han sido desahuciadas… Y a esta dramática situación hay que  añadir que las instituciones públicas no están cumpliendo su función  de reparto de la riqueza.

Los informes oficiales nos hablan de la pobreza relativa, de la precariedad, de la falta de bienestar y de cosas similares, mientras manipulan los números y los índices, camuflando la cruda realidad.  Por su parte, Elkartzen lleva años reclamando que se imponga un criterio homogéneo para concretar y definir el umbral de la Pobreza. Nuestra propuesta propone vincular los sueldos a la referencia del PIB per capita, concretamente un sistema que automatice la articulación de los datos según el PIB de cada uno de los territorios. Según este criterio el SMI nunca sería inferior a la mitad del PIB per capita (la única forma de poner límite a la acumulación es llevar a cabo una política de sueldos mínimos que se sostienen en la riqueza real de cada una de las comarcas) y ninguna de las prestaciones será inferior al 37,5% del PIB per capita. A esta proporción pasaríamos a llamarla Umbral de Pobreza.

Aunque nos damos cuenta  de la limitación que supone calcular la riqueza según el PIB (no calcula el fraude fiscal, ni la economía sumergida, y mucho menos el trabajo reproductivo que sostiene esta sociedad) y abiertos a las nuevas aportaciones que se puedan hacer, queremos subrayar la virtud de este método: concretamente, vincular la producción de la riqueza a su reparto.  Además de ayudarnos a proteger unas condiciones dignas de trabajo, nos sirve para hacer frente a los recortes sociales, a las situaciones de explotación, y es un paso adelante hacia una forma unitaria, más pragmática y más equilibrada de reparto de la riqueza. Y además es un método automático: si aumenta la riqueza aumenta el umbral de la Pobreza y al revés.

De todas formas solo por medio de prestaciones y ayudas sociales que estén por encima del Umbral de la Pobreza no vamos a acabar con la misma. Para terminar con la pobreza de una forma integral es imprescindible defender los derechos sociales comunes y terminar con las situaciones de explotación: la separación entre el trabajo productivo y el reproductivo,  condiciones dignas de trabajo, unos presupuestos y una fiscalidad que repartan la riqueza en favor de los y las ciudadanas, un Parque Público de Viviendas de Alquiler que asegure el derecho a la vivienda, unos servicios públicos y sociales  de calidad… Y la única forma de garantizar que esto se consiga es la participación de todos y todas, dando el salto de lo “particular” a lo “público”.

Un tercio de la población de Euskal Herria sobrevive bajo el umbral de la Pobreza. Frente a esta guerra contra la mayoría de los y las ciudadanas es imprescindible poner un Límite a la pobreza.

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