30 años desde que un policía español desfiguró el rostro de Mikel Iribarren
Mikel iribarren fue gravemente herido por el impacto de un bote de humo disparado por un policía español en diciembre de 1991. Iribarren estuvo varios días en coma en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte. Las secuelas fueron muy graves y durante muchos años tuvo que luchar jurídicamente para que el Estado español reconociese su responsabilidad. Sin embargo, tuvo que ser el Tribunal de Estrasburgo quien condenada al Reino de España 17 años despúes de los hechos.
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Ocurrió una noche de diciembre hace ahora 30 años. Mikel tan solo tenía 18 años, pero el encontronazo con un policía nacional le marcaría para toda la vida. Lo que ocurrió aquella noche él no lo recuerda, pero se lo contaron, y él, por suerte, lo pudo contar.
Eran los convulsos años 90, cuando en las calles de la capital navarra los enfrentamientos entre jóvenes y policías eran más que habituales. La Policía española se empleaba con brutalidad e impunidad, y era común la utilización de los peligrosos botes de humo que años después se cobrarían otra vida en Iruñea: la de un anciano al que se le coló uno de estos proyectiles en su casa y murió días después en el hospital.
Según lo que en numerosas ocasiones ha relatado Mikel Iribarren, aquella noche también se habían producido incidentes en Iruñea, y la Policía estaba desplegada por Alde Zaharra. Mikel se encontró de frente con uno de esos agentes en el Rincón de la Aduana, y el policía le disparó a bocajarro un bote de humo que le impacto en la cara. A pesar de la gravedad del impacto, ningún agente socorrió a Mikel, que quedó tumbado en el suelo con el bote de humo quemándole la cara.
Posteriormente fue trasladado al hospital, donde ingresó en estado de coma. Durante días se debatió entre la vida y la muerte, con graves lesiones en la parte derecha de su cara y en el craneo. Su cara había quedado desfigurada y los médicos deconocían el alcance de las lesiones y cuáles serían sus secuelas. En total, tardó más de 450 días en recuperarse y tuvo que pasar en numerosas ocasiones por el quirófano para someterse a operaciones quirúrgicas.
Los policías no sabían nada
Los policías españoles que fueron llamados a declarar dijeron que no sabían nada del asunto y ninguno de ellos fue identificado como el autor del disparo del bote de humo. Incluso se llegó a negar que las heridas sufridas fueran consecuencia del impacto de un bote de humo. Los abogados del joven consiguieron que se realizaran pruebas periciales para confirmar que las heridas habían sido provocadas por uno de estos proyectiles antidisturbios.
Además, un vecino que fue testigo de los hechos, aseguró que vio como Iribarren participaba en los incidentes y que un policía, a corta distancia, le disparaba un bote de humo a la cara dejándole en el lugar abandonado. Dijo que vió como salía un montón de humo a la altura de su cabeza y por toda su ropa.
A pesar de que la Audiencia Provincial de Navarra constató que Mikel Iribarren había sido herido con un bote de humo por la Policía española, el caso se archivó al no poder indentificar al autor del disparo. Mikel tuvo que recurrir entonces a la vía administrativa para tratar de que el Estado se hiciera responsable de las heridas sufridas. Finalmente, el caso llegó hasta la Audiencia Nacional, que reconoció que el Estado debía indemnizar a Iribarren, aunque remarcaba la responsabilidad del joven por encontrarse participando en unos incidentes. Esto dió pié a que se recurriera esta sentencia y que el Tribunal Supremo dictaminara que Mikel era el responsable de los hechos por estar participando en los incidentes y que la actuación policial había sido correcta.
Posteriormente, y tras pasar por el Tribunal Constitucional español, el caso llegó hasta instancias europeas de la mano de los abogados Beaumont. El Tribunal Europeo de los Derechos Humanos de Estrasburgo sentenció en 2009 que el Estado español había violado los derechos de Iribarren y le condenaba a pagarle una indemnización de 170.000€. Para llegar hasta aquí, Mikel tuvo que luchar durante 17 años, pero mereció la pena.