La fiesta del trabajo, del paro y del reparto
El 1 de mayo, día de celebración y reivindicación de las personas trabajadoras, durante muchos años recogió las propuestas alternativas y pujantes del mundo obrero y sindical por una sociedad más justa. También más humana y libre.
Lucio Tabar y Txus Najera
2016-ko apirilak 29
Si desde hace ya tiempo son escasos los rescoldos de lo que fue la celebración del 1 de mayo, en la actualidad están apagándose a velocidad endiablada. A la pérdida de capacidad en la construcción de otro modelo alternativo de sociedad, se le va sumando una falta de voluntad para defender siquiera aspectos parciales, frente a unos poderes económicos globalizados que han adquirido una enorme fuerza de dominación, desde la que impone sus decisiones y hace prevalecer sus criterios de competitividad y beneficio.
En lo laboral, uno de sus efectos es la fragmentación de las personas trabajadoras hasta el infinito, en activas y en paro, y, a partir de esa división inicial, en precariedades múltiples y diversas, con intereses nada unificados y en muchas ocasiones opuestos, lo que dificulta terriblemente una tarea sindical que vaya más allá de la defensa de intereses grupales que no dejan de ser particulares y sin alcance general.
Todas las instancias del sindicalismo (estructura, legislación, mecanismos de representatividad…) empujan a que los intereses que se priorizan sean los de las personas trabajadoras más establecidas –que son, además las que conservan cierta capacidad sindical-, con olvido, aunque sea involuntario, de los sectores más débiles y fuera de circuito. Una actitud que puede ser explicable, pero que es suicida para el sindicalismo.
Afrontar el paro, tenerlo presente como problema y hacerlo eje de la totalidad del hecho sindical es una necesidad imperiosa. Y no basta con fiar su solución a una hipotética reactivación económica, que es más que dudosa y que, además, caso de producirse, dado el desarrollo tecnológico, no tiene por qué generar empleo. Ninguna medida indirecta (medidas de reactivación económica, fomento de la empleabilidad, adecuación de la legislación laboral…) consiguen resultados apreciables en la disminución del paro y sí otros efectos perversos como el de la precarización y la degradación de las condiciones laborales.
El paro en la situación actual necesita medidas que vayan directamente a atajarlo. Desde Banatu Taldea, colectivo por el reparto del trabajo desde una perspectiva decrecentista, defendemos la inclusión del reparto del empleo en la negociación de los convenios, la disminución suficiente de la jornada laboral y, cuando sea posible, cambiando también una parte del salario por tiempo de ocio. Debe estar presente, al mismo tiempo en la negociación de los convenios, como contrapartida, un reparto, también, de los beneficios de la empresa, para que puedan trabajar todas las personas que quieran hacerlo.
No es una medida que consideremos única ni contrapongamos a otras que puedan proponerse, pero sí le vemos ventajas notables: La de ser respuesta a las exigencias colectivas y personales que nos plantea la actual crisis, más considerada desde una perspectiva mundial, la de fomentar la predisposición al reparto y la solidaridad; es un impulso que puede sacarnos de la pasividad, cargándonos de razones para exigirlo a los poderes públicos, una apuesta por la posibilidad de vivir mejor con menos y la recuperación de otros criterios de valoración más allá del dinero. Supone seguramente aceptar un cierto empobrecimiento, pero pudiera ser noble e igualitario frente al indigno al que nos están conduciendo.
Es una propuesta que trata de asumir la parte de responsabilidad que nos incumbe en la situación actual, lo que no esconde otras responsabilidades mayores todavía, sino que las señala y les exige. O somos capaces de tomar decisiones o seguirán viniéndonos dadas y a beneficio de quienes las ejercen.
¡Vamos a luchar para exigir una Sociedad con empleo para todos¡
¡Vamos a reflexionar qué está en nuestra mano y, si podemos, hacerlo!