El cambio en Iruñea; un proyecto compartido, un sueño muy vivo
En mayo y junio de este año 2015 se consumó el cambio social y político más grande que esta ciudad haya vivido en muchas décadas. Un cambio plural, rico. Un cambio largamente esperado. Las lágrimas de las personas mayores que acudieron a la concentración de la plaza consistorial el día en que se constituyó la nueva Corporación así lo atestiguaba. Un cambio para la esperanza. Para soñar con una ciudad nueva, distinta, mejor. Una ciudad para la vida.
JOXE MARTÍN ABAURREA SAN JUAN. Concejal delegado de Ciudad Habitable y Vivienda en el Ayuntamiento de Pamplona.
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Pero el cambio no está absolutamente garantizado. La derecha juega sus bazas. Despliega sus poderes en todos sus ámbitos y sobre todo en el mediático. Van a dar la batalla para intentar hacer saltar en pedazos esta ilusión colectiva. Se les ve la intención en cada polémica artificial que crean e intentan alimentar a veces hasta el esperpento y para ello no renuncian en absoluto al juego sucio.
En esos meses de primavera se abrió la puerta al cambio de par en par, sí, pero el cambio, en realidad, es un proyecto, un aprendizaje. Lo vamos construyendo y diseñando con cada nueva idea, con cada nueva demanda, con cada nueva actuación. Es un proyecto en la que nos hemos embarcado las miles de personas que apostamos en mayo por un futuro distinto para esta Ciudad. Una apuesta por alterar el guión mortecino de las últimas décadas. Y lo es en el sentido más colectivo que podamos imaginar. No es patrimonio de ningún partido o coalición. No se desarrolla y consolida solamente en las salas y pasillos de la Casa Consistorial. Será el proyecto de todos quienes creemos en él o no será. O lo mimamos, protegemos y defendemos entre todas las personas como un equipo o nos robarán el sueño.
El cambio consiste, entre otras muchas cosas, en un trabajo conjunto; en un gobierno compartido. Queremos abrir el gobierno a la participación vecinal. Por ello hay que ir pensando en que a la ciudadanía y a los colectivos o entidades ya no solamente les toca el papel de demandantes, que también lógicamente, sino que ahora además pueden asumir su propio protagonismo corresponsabilizándose en la gestión municipal. No se trata de perder el espíritu crítico o de ser benévolos con los errores del gobierno municipal. Se trata de hacerlo pensando en que el cambio nos pertenece a todas las personas por igual. Que no es un proyecto que se vaya a sustentar solamente en el acuerdo programático de los grupos municipales sino que debe ir enriqueciéndose con las propuestas y las nuevas ideas que la sociedad aporte en cada momento. O con lo que los procesos participativos que se están poniendo en marcha.
Hay otra cuestión de vital importancia, los ritmos. Existe a estas alturas la amenaza de que aparezca una cierta ansiedad por dar cuerpo al cambio en lo global y no en las acciones concretas. Como si el cambio, contrariamente a lo aquí expuesto, fuera una realidad de inmediata implantación. Y sin embargo, respetando mucho todas las opiniones, me permito aquí contrariar esa línea de pensamiento. El cambio era una realidad antes de las elecciones porque anidaba en todas las personas, en todos los colectivos y en todos los deseos de llegar a este punto. Sigue siéndolo ahora en el momento en que los mayores esfuerzos se han centrado en la nueva organización administrativa, en la creación de los equipos que han de gestionarla y en los códigos éticos que lo definen. Y aún así el cambio en Iruña ya ha tenido hitos importantes desde la oferta de la makila del alcalde a la ciudadanía en la misma plaza y a la misma altura que la misma ciudadanía; con la bajada de sueldos y la reducción importante de cargos de libre designación; con la apertura del txupinazo a la libertad de expresión y el esfuerzo contra las agresiones sexistas; con la creación del Foro contra la Pobreza como máxima prioridad y la rehabilitación de 25 viviendas para emergencia habitacional; con la transformación del privilegio de la unión en un acto estrictamente civil; con la moratoria de licencias de hostelería que habían entrado en una burbuja de alto riesgo para el casco viejo; con el impulso de las pymes a través del proyecto Trebatu, con la devolución a los trabajadores municipales de la extra que se les adeudaba, con la declaración de Iruña como ciudad libre de desahucios, con la nueva Ordenanza de Vivienda, el impulso al III Plan de Igualdad o la integración de nuestra Iruña en la Red de Ciudades Sostenibles… y, sobre todo, con la aprobación de los primeros presupuestos del cambio después de cuatro largos años de inoperancia de la derecha.
Pero los momentos más relevantes del cambio en la acción de gobierno están todavía por llegar. Porque es ahora, a partir de enero de 2016, cuando contaremos en la práctica con esos presupuestos para iniciar los proyectos del acuerdo programático. Porque ahora es el tiempo del despliegue de las acciones potentes del gobierno municipal una vez organizada internamente la maquinaria. 2016 va a ser el año para poner en marcha proyectos tan ambiciosos como Hiriartea para la puesta en valor de la ciudadela ligada a la innovación y la cultura; como Geltoki ligado a propuestas para un nuevo modelo económico; como la Oficina de Vivienda con una primera preocupación con la emergencia habitacional; como las concejalías y foros de barrios como instrumentos de la participación en los barrios; con el plan de movilidad sostenible comarcal con el liderazgo de la Mancomunidad de Iruñerria; como el nuevo modelo de policía municipal… Y abordaremos temas espinosos como el PSIS de Etxabakoitz, Salesianos o Maristas para transformarlos en oportunidades. Y abordaremos debates de tanto calado como la recuperación de los Sanfermines populares a través de un proceso participativo o el destino futuro del mausoleo de “los Caídos”… Pero sobre todo seguiremos estando al lado de quienes más lo necesitan.
Este año no nos vamos a aburrir. Tenemos un montón de retos de calado. Y esperamos acometerlos con vuestra participación. Con crítica y con ilusión. El cambio está en nuestras manos y tenemos que construirlo conjuntamente. Ánimo que todavía queda lo mejor.