Re-inserción, revocación y cambio político

2015-ko urriak 22

Artículo firmado también por Josu Beaumont, el abogado y expreso:

Sortu ha calificado de “inaceptable y gravísima” la revocación de un ex-preso político vasco de un cargo del Gobierno de Navarra, y ha pedido la dimisión del consejero que ha tomado la decisión, el Sr. Mendoza. En las siguientes líneas expondremos las razones que para Sortu hacen incompatible la segregación ideológica con un programa de cambio político.

La revocación se ha explicado en base a la “falta de confianza política” derivada de la relación de Imanol Haranburu con la violencia en el pasado. Con matices. Porque el consejero Mendoza no podría sostener ese hilo argumental obviando su propia ligazón con la revolución sandinista o el pasado en ETA de algún ilustre compañero suyo en Geroa Bai.

La reinserción de Imanol (como la de miles de personas que han pasado por las cárceles en los últimos cincuenta años) no había supuesto problema alguno para la sociedad.

Entonces, si el problema no es la pertenencia a ETA hace varias décadas, ¿qué es lo que Mendoza y los suyos no le perdonan a Imanol Haranburu?

Lo que no se le perdona a Imanol es que se encuentra totalmente re-insertado sin haber pagado el precio político que aquellos que niegan una resolución al conflicto sin vencedores ni vencidos exigen a todo aquel que estuvo o está preso. Si reinserción supone volverse a insertar,  lo primero que deberíamos hacer es preguntarnos en qué momento la persona que  supuestamente se reinserta dejó de estar insertada en la sociedad a la que pertenecía. En el caso de Imanol, como en el de varios miles de vascos y vascas más que han pasado por la cárcel, la respuesta es que nunca dejaron de estar insertados en la sociedad.

Las prisiones no han servido nunca para reinsertar a nadie -sea cual sea el delito cometido-. Se utilizan como arma política para ganar “la Guerra del Norte”. Arma que busca vencer al movimiento que lucha por la liberación nacional quebrando en términos políticos al eslabón que creen más débil, el militante preso. El chantaje es claro: si quieres dejar de sufrir,  tienes que aceptar lo que dice quien tiene la llave de las mazmorras. Si pasas por su aro obtendrás beneficios. Si no quieres seguir este camino verás cómo te aprietan las tuercas hasta límites insospechados. Todo ello, por supuesto, dentro de un micro-mundo sin testigos y sin ninguna garantía real bajo el parapeto de la lucha antiterrorista. No solo sufrirás tú sino que sufrirán tus seres más cercanos hasta llevarles a situaciones completamente inhumanas. 

No es la sociedad sino aquellos que buscan réditos políticos de la paz los que siguen exigiendo la “otra” reinserción, la que tiene fin político… pero no tiene final.

El caso de Imanol demuestra que para algunos el chantaje no acaba con el cumplimiento de la condena, sino que quieren perpetuarlo de por vida. Lo que Geroa Bai parece sostener es que toda persona que haya estado ligada a ETA y no haya pagado el “peaje” del arrepentimiento no puede optar a determinados cargos en la administración pública. Estamos ante una política de segregación ideológica y conculcación de derechos fundamentales absolutamente inaceptable. Una política incompatible con el cambio político.

La nueva Navarra debe asentarse en una convivencia sin vencedores ni vencidos, sin ninguna persona presa por razones políticas, sin relatos impuestos, sin segregación ideológica de ningún tipo. Una Navarra donde los derechos de todas y todos los navarros estén garantizados. Desde que ETA abandonase la violencia pocos son los pasos que se han dado para ir intentando resolver los nudos gordianos del conflicto. La vía hacia la paz está estancada y, fuera de la unilateralidad de unos, pocos han sido los pasos  en lo referente a todas las víctimas y la memoria, a la política penal y penitenciaria, al desarme y a la desmilitarización del territorio.

No es la sociedad sino aquellos que buscan réditos políticos de la paz los que siguen exigiendo la “otra” reinserción, la que tiene fin político… pero no tiene final

Las fuerzas del cambio en Navarra tenemos mucho que aportar en el camino hacia la paz y la normalización política. En materia penitenciaria,  la vía Nanclares y el arrepentimiento no son el camino. Sólo son meros instrumentos que suponen un refuerzo a las políticas represivas y de vulneración de derechos en el ámbito penal y penitenciario. Son instrumentos políticos de guerra y más allá del ámbito mediático ni siquiera se pueden considerar que hayan servido como reparación hacia las víctimas en su conjunto.  Pensemos en instrumentos que ayuden de verdad a construir la paz. Todo el mundo entiende que la paz no es compatible con la existencia de personas encarceladas por razones políticas. La búsqueda de la paz exige una política penitenciaria que se marque como objetivo la reintegración en sus casas y sus pueblos de las personas presas.  El trabajo para superar  las consecuencias del enfrentamiento necesita de alternativas audaces, de apuestas donde cada cual asuma su responsabilidad. No habrá cambio político si mantenemos las recetas del pasado y somos incapaces de abordar y superar todas las consecuencias del conflicto. La izquierda abertzale ha demostrado con palabras y con hechos su disposición generosa a transitar ese camino. Y lo seguirá demostrando. También el PNV debiera emitir alguna señal tendente a reconocer su cuota de responsabilidad en el sufrimiento de muchas ciudadanas vascas (dispersión, tortura, violencia policial….).

El compromiso de Sortu con la paz y el cambio político en Navarra es firme e inquebrantable. Esperamos que episodios como este nos sirvan para a profundizar en la senda del cambio con más claridad y firmeza, y nos hagan abandonar viejas inercias que no hacen sino alimentar a aquellos que no quieren ni el cambio ni la paz.

Gehiago