Tolerancia cero ante las agresiones sexistas: No es no, de cualquiera de las maneras.
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En esta cultura patriarcal, se justifican las agresiones sexistas con argumentos de lo más peregrinos que desvinculan dichas agresiones de la ideología que las provocan y sustentan, el patriarcado, el cual supone una amenaza para las mujeres y para personas que no cumplen el estereotipo esperado, todo el colectivo LGTB.
Estas agresiones no son la consecuencia normal de un estado de embriaguez, de una interpretación errónea de las señales que damos las mujeres, ya se sabe, esos escotes, esas faldas, esa ropa ceñida, esas horas sola… lo estaba buscando.
Las agresiones son consecuencia directa de este sistema patriarcal que cosifica, que perfila los atributos masculinos y los femeninos, que nos constriñe en un papel, en el que hay un sujeto dominante (el hombre) y una sujeta dominada (la mujer). Y a partir de ahí, define nuestras actuaciones, nuestras actitudes y nuestros actos.
En pleno siglo XXI, tendríamos que poder salir a la calle sin miedo los 365 días (y noches) del año, y sin embargo las agresiones sexuales, especialmente en fiestas, son el pan de cada día. Tenemos que ser tajantes, no ocurrirían si no hubiera un trasfondo ideológico que de una manera sutil las sustenta. Sí, de una manera sutil porque de otra manera sería políticamente incorrecto.
Pero no podemos olvidar que visitar una página web con contenidos “terroristas” puede suponer una pena de 1 a 5 años de cárcel o que pueden condenar a un joven a 4 años de cárcel bajo la acusación de portar una bolsa con explosivos (acusación que no han podido probar), y, sin embargo, sentencian a 12 años de cárcel a un individuo que tortura y asfixia hasta la muerte a una joven, como pasó con Nagore. Esto es un indicador claro de los valores predominantes. Cuando el sistema se siente amenazado condena por indicios, y sin embargo la vida de una mujer vale una temporada en la cárcel, porque estos delitos sí están sujetos a redenciones carcelarias. Por supuesto, no pretendemos defender la cárcel como solución de nada, sólo mostrar la distinta vara de medir que se emplea. Las posibles soluciones pasan por la transformación de las realidades que perpetúan el patriarcado.
Contra las agresiones machistas no es suficiente con protestar o solidarizarse; no debemos transigir actitudes, vocabulario y comportamientos que destilen el más mínimo atisbo de machismo y cosificación de la mujer.