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Si hay algo que ha quedado claro, después de la manifestación del pasado sábado en Iruñea, es que el pueblo vasco es un pueblo solidario. 

Un pueblo que, ese día, estuvo representado por  decenas de miles de personas que, desde diferentes lugares de Euskal Herria, se movilizaron y se desplazaron a la capital navarra. 

Las más de cincuenta mil personas que participaron en la manifestación  convocada por “Palestinarekin Elkartasuna”, han querido mostrar, por una parte, su enérgica condena del genocidio y del intento de exterminio al que está siendo sometido el pueblo palestino pero también han querido decir que, además de Israel, hay más culpables y que lo son por su complicidad. 

Esos otros culpables, son, mal que les pese a algunos, tanto todos aquellos gobiernos que mantienen relaciones Institucionales con el estado sionista  como, también, todas aquellas empresas que tienen intereses  comerciales con el estado invasor. 

La magnitud de la manifestación del sábado, una de las más multitudinarias que se recuerdan en Iruñea, fue tal que los participantes en la misma llegaron a ocupar por completo, en toda su extensión, esa larga avenida, cuyo nombre prefiero omitir,  que une el barrio de Donibane con El Ensanche. 

Una manifestación en la que  no faltaron las  muestras de apoyo a la resistencia y a la lucha del pueblo palestino y que fue fuertemente vigilada, como no podía ser menos, desde tierra por un amplio despliegue policial y desde aire por drones.

Ahora, una vez que el pueblo vasco ha hablado, es el turno de sus gobernantes los cuales, por decencia ética, deberían de  anteponer la voluntad de sus conciudadanos a los intereses comerciales de determinadas empresas. 

Si no lo hacen, son esos mismos conciudadanos, a los que dicen representar, y que el pasado sábado llenaron las calles de la capital navarra, los que deberían de tenerlo muy presente a la hora de emitir su voto en las próximas convocatorias electorales.